Una de las variables obvias, que deberá ser considerada, al igual que ocurre con muchos otros componentes de la bicicleta, será las medidas del ciclista, sus características físicas. El análisis de las proporciones del ciclista, en las partes relacionadas con el apoyo sobre el sillín, como la separación de los isquiones, determinará la talla, especialmente su anchura.
También hay que considerar las preferencias del ciclista, así como las formas y acolchados con los que se encuentra más a gusto, con los que aprecia un mayor confort. Pero, no sirve con estimar la comodidad puntual, pues en ocasiones las sensaciones y el resultado es muy diferente según las horas de práctica y el terreno por el que circulamos.
Un sillín ancho, con gel y mucho acolchado, aparentemente confortable, puede finalmente causar fricciones y molestias que hagan desaconsejable su elección.
Hay varios métodos para averiguar cuál es la talla de sillín ideal para cada uno de nosotros. Un buen profesional, especializado en la biomecánica de la bicicleta, podría ser de gran ayuda para valorar con certeza y precisión la separación de nuestros isquiones, así como el resto de las posibilidades, como nuestra flexibilidad, forma de pedalear, etc. Estos profesionales cuentan, además de con sus conocimientos, con herramientas que les permiten valorar con precisión las presiones en los diferentes puntos al pedalear.
Lo mejor sería tener la oportunidad de probar varios modelos de sillines, antes de proceder a su adquisición. Tiendas especializadas como la nuestra tienen programas de prueba o test, en los que se pueden analizar y probar sillines de diferentes formas y medidas.
También hay que valorar los ajustes y la forma en que esté colocado el sillín en la bicicleta, si va más o menos adelantado o inclinado, pues esto va a influir, mucho, en la comodidad y las prestaciones obtenidas.